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La mala digestión de la emergencia climática es cíclica: otra emergencia en el inicio de año nos deja un temporal que se escribirá en los libros de la historia. Por su intensidad, por el cruce de riesgos y por la virulencia de los fenómenos. Pero también porque ha dejado a Iuliana, que vivía desde hacía años en el Parque de la Estación, contra nuestra decidida voluntad, muerta de frío. Aunque contemos con los mejores mecanismos de protección, aunque nos resulte más fácil prever y detectar los fenómenos que nos amenazan, somos más vulnerables. Todos los riesgos son mayores y, con más intensidad, otros aún desconocidos alteran este tiempo frágil donde todo dura poco, excepto la desazón.

Llevo días, mientras las playas vuelven a digerir la línea del mar y aún hay destrozos por recontar y otros muchos por recoger y reparar, pensando en Iuliana otra vez. Eligió vivir allí con la probable consciencia de que esa forma de vida era un billete hacia la muerte: bajo el insoportable calor del verano, a la intemperie de un invierno cruel como el zarpazo de la borrasca. No la pudimos incapacitar para poder tutelarla. Rechazó la ayuda de un centro integral para quienes, por el infortunio o la voluntad –los menos–, siguen sin techo, y también la pensión donde permaneció poco. Hasta que su consciencia de la libertad la devolvió a la peor de las esclavitudes: la que deja a los más vulnerables lejos de la orilla de la protección del Estado.

También eso se discute: que los hijos no pertenezcan al Estado, que la ley de la jungla no se exceptúe para hacer posible que todos podamos huir de la indignidad, el infortunio, la pobreza o la desventura. Pero en estos tiempos cíclicos todo vuelve hacia atrás como en el espanto de los malos sueños recurrentes: la selección natural nos empuja a los más desprotegidos hacia el abismo, el mundo es más azaroso y frágil, la historia la escriben las guerras que se nos anticipan. Todas las certezas se han derrumbado excepto la más universal: que en nuestra fragilidad, solo la desgracia nos anticipa el frágil equilibrio de otro año encima.

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