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Se acabó: la remunicipalización de les Escoletes es irreversible. Con la retirada de este último recurso, y siete contenciosos después, todos ganados por el Ayuntamiento, la Justicia avala que devolviéramos la gestión pública a la red de Escoletes de Gandia. Con seguridad jurídica y el aval de los informes técnicos.

Por el camino ha quedado un duro proceso personal que nunca debió estar vinculado a una decisión de tanto calado sobre el interés general. El proceso nos costó dinero público en recursos, muchos miles de euros reclamados a las dos empresas concesionarias en concepto de cobros indebidos o garantías (¿quién dijo que la gestión privada era mejor para las arcas públicas?), y a mí, una querella penal que pretendió apartarme del procedimiento e intentó lastrar mi honor y mi forma de hacer desde lo público.

Pero lo más importante, lo único que nos ha obsesionado siempre, incluso por encima del sufrimiento de una persecución penal, ha sido el bienestar de los niños y niñas de Gandia, la calidad del sistema, los derechos laborales de los trabajadores de la red de Escoletes (de los actuales y de quienes fueron readmitidos con una sentencia de despido ilegal) y un servicio público que pueda caminar hacia lo irreprochable. Ese es ahora el objetivo, y sólo tiene un camino: la óptima prestación de sus servicios y la motivación de todo su personal.

Lo volveríamos a hacer. Ha merecido la pena.

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