La herida, incapaz de contenerse,
abre a la oscuridad todo el silencio
de tu sombra sobre mi sofá de domingo:
la vida es un tránsito de película maldita
sobre el asesinato cómplice
donde una telenovela narra la fantasía
de esperarnos.
Qué extraño milagro el de romper
el bochorno del deslumbre
sobre mi cabeza llena de paisajes
presuntuosos y ebrios del silencio.
Extraño milagro, el de la vida pidiendo
paso cuando la excepción insiste
en acariciar la herida,
en abrir el corte para cicatrizar
en el dolor el único recuerdo intacto.
Romperemos los relojes para detener
la tarde en la geografía intuida
de tus piernas donde solo hay luces
cerradas, ecos de telenovela
y silencios de puerta abierta por donde entra
el viento de las profecías.
Todo el mundo simulado que, congelado,
parece esperar la epifanía de tu extraño
milagro: el de hacer correr la vida
mientras todo se detiene en la lenta huida
del recuerdo.