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La vida lucha siempre contra los no-lugares. Busca espacios amables, de confort, que a la vez remuevan y estremezcan. Hemos impreso valores a la forma de gestionar la ciudad. Porque entendemos que, en herencia de la vida, las ciudades son también eso: la búsqueda de espacios amables, la posibilidad de imprimir rupturas en los mapas que hagan del urbanismo una forma de levantar la cabeza y no perderse el cielo, la ruptura de la rutina en los espacios de equipamientos, a través de los bloques de los edificios, en cualquier bocacalle donde un cruce no suponga un dilema. Ese valor hemos impreso en Corea, con este mural del Serpis Urban Project, que está llevando arte efímero a las paredes de la ciudad, y que aquí es una carta abierta a valores de la infancia, multiculturalidad o respeto. La educación en un espacio educativo. Y con el ánimo de estremecer, de romper la dinámica de los espacios y de generar otros nuevos de apertura que remuevan y estremezcan y que perseveren en uno de los valores intangibles de nuestra gestión: considerar la ciudad un espacio amable, y ya nunca más un territorio hostil donde caminar o transitar resultan incompatibles con la generación de pensamiento, felicidad o conocimiento. Ojalá más paredes, públicas o privadas, abiertas al talento que despierta preguntas. Con esos valores queremos dibujar una ciudad siempre despierta y dispuesta al estremecimiento. La mejor forma de entender la vida más allá de las rutinas de las ciudades y de no perdérsela. Con este arte efímero y brillante. La manera más atenta de perseverar en la vida: la de levantar la cabeza y no perderse tampoco el cielo de Corea.

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